Continuación del prólogo que hizo el escritor Luis Zapata, en la edición especial de SOMOS.
"2. Todo era tan sencillo entonces. Cuando ibamos a México, mi papá le prestaba el coche a mi primo Beto, que ya sabía manejar, y por el placer de dar la vuelta por las no congestionadas calles de los años 60, nos cumplía los caprichos a mi hermana y a mí: "¡Vamos a la casa de César Costa!", decía mi hermana, y allá iba Beto con sus apantallados primos de Chilpancingo, manejando "hasta" la colonia Napolés (si es cierto que antes los años duraban más tiempo, también lo es que las colonias quedaban más lejos). "¡Y ahora vamos a la de Angélica María!", decía yo, y el complaciente primo manejaba hasta Las Lomas ¿Qué pensábamos mi hermana y yo en nuestra provinciana ingenuidad? ¡Bastaba con llegar a las casas de las estrellas, tocar el timbre y preguntar por ellas para que nos recibieran?. En todo caso, sí bastaba, y la propia estrella salía a la puerta de su casa a recibirnos. Angélica, la novia perenne, no sólo firmaba las fotos que llevábamos para ese fin, sino también nos regalaba otras: rubia, sin maquillaje, vestida sencillamente, cariñosa y sonriente, como en las fotografías, como en las películas, como en el corazón de quenes la admirábamos".
"2. Todo era tan sencillo entonces. Cuando ibamos a México, mi papá le prestaba el coche a mi primo Beto, que ya sabía manejar, y por el placer de dar la vuelta por las no congestionadas calles de los años 60, nos cumplía los caprichos a mi hermana y a mí: "¡Vamos a la casa de César Costa!", decía mi hermana, y allá iba Beto con sus apantallados primos de Chilpancingo, manejando "hasta" la colonia Napolés (si es cierto que antes los años duraban más tiempo, también lo es que las colonias quedaban más lejos). "¡Y ahora vamos a la de Angélica María!", decía yo, y el complaciente primo manejaba hasta Las Lomas ¿Qué pensábamos mi hermana y yo en nuestra provinciana ingenuidad? ¡Bastaba con llegar a las casas de las estrellas, tocar el timbre y preguntar por ellas para que nos recibieran?. En todo caso, sí bastaba, y la propia estrella salía a la puerta de su casa a recibirnos. Angélica, la novia perenne, no sólo firmaba las fotos que llevábamos para ese fin, sino también nos regalaba otras: rubia, sin maquillaje, vestida sencillamente, cariñosa y sonriente, como en las fotografías, como en las películas, como en el corazón de quenes la admirábamos".
1 comentario:
La verdad que siempre Angélica se ha distinguido por ser muy atenta con sus fans. Sigue contandonos la historia
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